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Gonzalo Cowley

A propósito de Finlandia...más política

Claudio Orrego escribe en esta tribuna refiriéndose al conocido ejemplo de Finlandia.

Ya frecuentemente citado en artículos, seminarios, exposiciones y documentos, el caso de este país es ya un paradigma de cómo la aplicación puede lograr resultados y cómo, pocas veces visto, un ejemplo de un modo de hacer las cosas puede provocar una sana envidia y un sinnúmero de desafíos.

Como bien explica Orrego, el informe del World Economic Forum muestra a Finlandia en 1997 en el lugar 23 y a Chile en el lugar 21. Seis años más tarde, Finlandia logra saltar a la punta de la tabla y Chile bajar algunos lugares. ¿Qué te paso Chile?, pregunta Claudio al tiempo de invitar, en su estilo optimista, a una apreciación del tema en ese tenor.

Quienes nos asomamos al mundo público, al interés por la política a medio camino entre la generación de los 80 y de los 90 y actuamos con intensidad en la segunda de esas décadas, hicimos esfuerzos cuantiosos por entusiasmar a una generación que era el fiel reflejo de un país dormido, algo aletargado por la prolongación militar y luego por la apelación a los consensos. Sin embargo, esa letanía y ese país fome graficado de modo extensivo, se empinaba con fuerza en todas los rankings y era el modelo de desarrollo exitoso citado en los principales foros del mundo. Aquella base fue construída por políticos, de los cuales la ciudadanía esperaba mucho luego de los oscuros tiempos vividos. Aquella base, también, es la que ha permitido mantener en estos tiempos de vacas flacas, el interés de distintos bloques territoriales de acordar con Chile Tratados o Acuerdos que se han firmado estos últimos meses bajo el liderazgo del Presidente y de la Canciller.

¿Porqué lo anterior? Básicamente, me acuerdo de un slogan de elección universitaria en los 90 en la Católica de Valparaíso, "Generacción", apelando a la construcción de generación con identidad y a mover las cosas en el marasmo de la diversidad que asomaba sin muchos puntos conexos entre sí. Si el ejemplo de Finlandia es un caso de desarrollo exitoso en que la aplicación de un país, la definición de agenda, la inversión, la voluntad del sector público y del Gobierno - de los políticos -, se ordenaba tras objetivos claros, es obvio lo que le ha pasado a Chile y cual es el remedio.

Yerko Ljubetic, actual Subsecretario del Trabajo, me decía un día casi textual "...hay que reestablecer el orden natural de las cosas...la economía debe supeditarse a la política..". La lectura de esto, acertada en el sentido correcto de las visiones estratégicas y de desarrollo que a la política le competen, a mi juicio es clara. En el Presidente Lagos y en algunos otros que cruzan transversalmente el espectro - con todos los conflictos de país -, se aprecian objetivos de largo aliento. En un número no menor de políticos, ello no está presente y es directamente proporcional al lugar que algunos temas ocupan en la Agenda debido a la conocida real politik.

El inmediatismo, la carrera desenfrenada por el poder, por cuidar el asiento, por ganar dinero o fama son el gran legado cultural del régimen y eso es justamente lo que impide el avance disciplinado, austero y sacrificado para alcanzar el desarrollo con justicia social y crecimiento económico. Ese legado está internalizado en la sangre y se requiere política para purificar, buena política.

Como Orrego, creo que la Sociedad de la Información como efecto catapultador, democratizador e innovador es una apuesta correcta que exige aplicación. Para que esté verdaderamente consignada con urgencia y velocidad falta la acción política, se nota la ausencia de movimiento que genere acción y que transmita a la ciudadanía un sueño de Chile para los próximos 25 años. El ejemplo finlandés exige que la política entre en acción y que la economía esté correctamente supeditada, en lo correspondiente al bien común, al viejo e inmemorial oficio de la Polis. Aquello tiene efectos culturales.

Construyamos el desarrollo desprivatizando las relaciones sociales y politizando la acción política para una vida mejor.

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